25 nov 2011

Nevado Excelsior

Habían pasado tres días. Tres días intensos de caminatas a través de morenas, nieve y arroyos. Los paisajes que pasaron esos días por nuestras retinas, eran increíbles. No conocía esta quebrada y tampoco me imaginaba que era tan bonita, contrariamente a como lo indica su nombre; quebrada Fea. Hoy era el cuarto día de andar. Pero hoy era un día especial, el día de cumbre. A minutos de pisar la cima del Nevado Excelsior (5.773 m), miraba a mi alrededor y no podía creer que estaba a metros de la cumbre que siempre aprecié desde otras montañas. Cualquier punto culmine de los grandes del cordón del Plata es el sitio ideal para contemplar esta montaña. Y es que más de uno al llegar a la cima de un 5mil del cordón del Plata se ha preguntado ¿qué monte es ese que domina el final de la quebrada de la Jaula? El nevado Exelsior es el más alto del macizo de la Jaula y durante mis años de adolescencia aprendí a mirarlo con el deseo de subirlo algún día. La primera vez fue desde la cumbre del cerro Santa Elena, un día del año 1985, durante la ascensión de mi primer cincomil. Estábamos en la cumbre del Sta. Elena con dolor de cabeza y el Nevado asomó fugazmente su silueta a través de las nubes. Pablo González, mi compañero entonces, señalando nos explicaba a Carlos Codoni y a mi que ese era el macizo de la Jaula y aquel, el cerro mas alto de dicho cordón. Ese mismo año recorte del diario la famosa travesía que llevó a Gabriel Cabrera a subir por tercera vez el N. Exelsior viniendo desde el cerro Plata y ascendiendo otras cumbres menores. Desde allí en adelante, esa cima se convertiría en un deseo de colección. Así como quien busca una moneda antigua, el Exelsior siempre estuvo en mi mente.
Durante las largas caminatas de aproximación por la Q Fea
Nunca imaginé que 26 años más tarde me encontraría en su cumbre. Ya pasado de edad y sin esa energía vital de los jóvenes, pero sí con más experiencia, el sábado 6 de noviembre de 2011 estábamos llegando a la cumbre del Nevado Excelsior. Curiosamente Pablo, el mismo que me contaba historias en los años de adolescencia y que me señaló el cerro por primera vez, era ahora mi compañero. Creo que en los últimos años, Pablo ha sido el que más estudió el macizo con detenimiento haciendo primeras y segundas ascensiones y transitando numerosos valles, filos, quebradas y cumbres. Sus compañeros cambiaron una y otra vez. Algunos repetían y otros solo participaron fugazmente, pero Pablo debe ser el ser humano que mas veces se ha metido a este macizo.
Durante la aproximación al Campo II, y en el C II mismo
Hacia el C III a 4.600 m
Vista del glaciar Sur del N. Excelsior. Una grandeza!!!
Así, durante esta salida, he podido conocer la geografía de este lugar y he logrado maravillarme contemplando cerros con un solo ascenso o dos o ninguno. Nombres como Enano Blanco I , Enano Blanco II, cerro Bocha, San Fernando, Enano V, Mogote Oeste y muchos mas. Podía verlos ahora en persona, cada uno con sus líneas sugerentes y yo embobado imaginando trazos estéticos de ascenso hasta sus cumbres. Cuantos proyectos se materializan a partir de ahora!
El Cerro San Fernando, el Enano Blanco II y el Enano Blanco I. Increíbles!!!
Le pregunto a Pablo una y otra vez nombres, alturas y accesos. Estos cuatro días aprendí sobre la historia del lugar, las expediciones y nombres de famosos que una y otra vez se mencionaron en nuestras charlas.
Este, el cuarto día de expedición, hemos llegado finalmente a la cumbre de 5.773 m del enjaulado cerro. Nos abrazamos y le digo a Pablo que gracias por traerme, gracias por invitarme a este que era su proyecto perseguido desde hacia tiempo.
Hacia la cumbre y en la cima a 5.773 m. s. n. m.
El Mogote Oeste. Un solo ascenso...!!!
En la cumbre sacamos fotos hacia todos los rumbos. No nos relajamos porque todavía queda bastante por caminar y no nos podemos permitir ningún error. Eso seria casi fatal en este sitio tan aislado de todo. Además no tenemos comunicación de ningún tipo, aumentando el compromiso de nuestra actividad. Me he reprochado una y otra vez no haber traído un teléfono satelital. Y es que no lo traje, no por darle mas compromiso a la ascensión, sino porque no lo conseguí… Necesitaba estar comunicado con mi familia por el estado de salud de ellos. Mis padres cada uno con sus problemas y mi hermana con una enfermedad que también es nuestro problema. Un tema familiar que requiere toda la atención y el apoyo de la familia y amigos. Sé que esta semana que me tomé para venir aquí, seria una semana de transición para ellos y para mi también, por lo que aproveché a salir a la montaña. Lo necesitaba. Los días de estrés vividos últimamente me habían hecho sacar canas y arrugas en solo meses. Además de dolores de columna y otras cosas que aparecen tarde o temprano en la vida.
Después de estar 45 minutos en la cumbre, comenzamos a descender. La carpa nos esperaba a 4.600 m. Y allí, si teníamos todavía energía, queríamos descender hasta el campamento II a 4.000 m. ¡Toda una jornada!
Descenso

Ambos cuidamos cada paso de la bajada y no queríamos ni doblarnos un tobillo. Según mis cálculos, si alguien resultara herido, entre bajar a buscar ayuda dando aviso a la patrulla de rescate de la policía, volver a subir hasta este lugar y finalmente salir de aquí, nos llevaría una semana en el mejor de los casos hacer un rescate. Y el helicóptero es una posibilidad remota.
Dos horas mas tarde y habiendo descendido parte del camino por otro lado, hemos llegado a la carpa. Nos relajamos, hidratamos, picamos algo pero sabemos que debemos seguir bajando. Nos cuesta arrancar nuevamente pero salimos tarde hacia abajo. Tres horas y media más tarde, ya con las luces del crepúsculo, cansados y empapados desde el muslo hacia abajo; hemos llegado al campamento II. El calor se había hecho notar desde los 4.400 m y la nieve se estuvo derritiendo de a poco, lo que nos engañaba una y otra vez, por lo que varias veces metimos las piernas enteras en el agua tapada por nieve.
En media hora estábamos dentro de la carpa tomando líquidos. Fue una jornada de 13 horas de actividad. El ascenso desde el Campamento III hasta la cumbre lo hicimos en 6 horas, casi una hora en la cumbre y el descenso lo dividimos en dos tramos, el primero de dos horas y el segundo de tres horas y media. Ahora tocaba el turno de relajarnos. Nos quedamos dormidos rápidamente…
Fuimos minimalistas en esta salida. Habíamos estudiado minuciosamente el peso para poder hacer este ascenso. La comida estaba contada y fue la primera vez en mi vida que usamos 100 % alimentos deshidratados para cenar, gentileza de Lito. Hasta las meriendas estaban contadas, a tal punto que a Punta de Vacas llegaríamos con casi nada.
La ropa que llevamos fue la mínima. El día de cumbre subí con solo tres prendas en el torso y dos en las piernas. Nuestro ritmo fue rápido quizás por eso también. Traje una bolsa de dormir liviana de pluma y en la misma me acosté vestido con los interiores, de lo contrario pasaría frío en los campamentos II y III.
El domingo 7 de noviembre, nos levantamos tarde y esperamos la salida del sol para que seque nuestro calzado y medias que estaban mojados aun. Contemplo los cerros que nos rodean otra vez de izquierda a derecha y viceversa. Dibujo en ellos líneas y más líneas y mi cabeza juega como un niño explorador que esta pensando nuevas aventuras para realizar en el futuro.
Mientras el sol hace su trabajo, hacemos un repaso de los ascensos previos y las vías que siguieron quienes nos precedieron. Estamos contentos por la nueva ruta seguida ayer. Una primera por el filo Oeste del Nevado Excelsior. De esta manera no cambiamos la tónica de los ascensos anteriores en los que cada expedición que arribó a la cima lo hizo por vías diferentes entre sí. Primero fue Ernesto Fiorentini, Juan Bello y Rafael Arcidiacomo en enero del año 1964, que lo hicieron por la arista Este remontando desde la quebrada de la Jaula. Segundo fue el ascenso de Jorge Crescitelli, Carlos Sansoni, Sergio Buglio y Fernando Nadal en el año 1979, también en enero; que ascendieron por la cara sureste. Y por último Gabriel Cabrera en septiembre de 1985 que venía por la arista sur, desde la cumbre por él bautizada como Vieiro.
Todavía nos queda un día o dos de caminata hacia abajo por la mal llamada Quebrada Fea. Después de mirar el comprobante que trajimos desde la cumbre, comenzamos tarde el descenso. Se hace pesado volver y descomponer cada tramo nuevamente. Esta quebrada tiene playones de gran extensión y cómoda caminata, alternados con pasos escabrosos de gran desnivel. Es en estos pasos, a los que llamamos los crux, haciendo analogía con la escalada, en donde debemos estar sumamente atentos a no cometer errores que den como resultado un esguince o una fractura.
Durante uno de los CRUX
En ciertos puntos estratégicos recogemos equipo o basura que abandonamos durante la subida. Y nuestras mochilas nuevamente se hacen pesadas. Cada vez más y más a medida que bajamos. Volver hacia abajo, a la civilización, me está costando cada vez más. A su vez una parte mía desea volver lo antes posible para saber sobre los seres queridos. Que dicotomía! Como dice un colega y profesor mío, el ser humano es pura paradoja!
Ayer durante el día de cumbre, a pesar de lo duro que fue en teoría, no tenía dolores, ni de espalda, ni de rodillas ni de cabeza. Hoy las dolencias vuelven a aparecer y me cuesta cargar el peso cada vez más. Por la tarde llegamos al que fuera el campamento I a 2.900 m. El gris, blanco y pardo de la montaña alta ha dejado paso al verde de la vegetación, a la vida de las alturas inferiores. Vemos algunos guanacos y aves. Nos sentamos al lado del arroyo lindante con la carpa y sumergimos los pies en el agua fría. Estamos a solo 4 horas de la ruta internacional. Hoy mismo podríamos salir a Punta de Vacas y haríamos un tiempo sorprendente de 5 días ida y vuelta desde Mendoza. Pero estamos muy cansados y necesitamos reposar, por lo que disfrutamos de los últimos rayos de sol de la tarde y calentamos algo de comida que nos queda.
Atardecer en el C I (2.900 m) de vuelta después de una buena caminata.....
El lunes 8 de noviembre, deshacemos la carpa rápidamente y seguimos bajando. En una hora llegamos a la quebrada del río Tupungato y después de andar un rato tenemos señal de teléfono. Hacemos las llamadas pertinentes. Por suerte todo bien “abajo” en el llano.
En horas de la siesta llegamos a Punta de Vacas. Saludamos a Ibaceta y nos quedamos al lado del camino a descansar y esperar a que nos busquen. Llega Cecilia y su hermana y nos vamos a Mendoza contando historias y escuchando novedades.
Finalmente fueron seis los días invertidos en esta ascensión. Bastante rápido si lo comparamos con nuestros predecesores. Odiosamente las comparaciones surgen sin querer. Pero hay que decir que nosotros contábamos con la información de primera mano de Pablo, que había intentado el cerro por la misma quebrada con su hermano. Esto fue fundamental creo. También, las predicciones meteorológicas que estudiamos previamente nos ayudaron a arriesgar y tomar decisiones. Igual, hay que agregar que ambos habíamos estado entrenando y saliendo fugazmente a otras montañas ya sea de manera amateur o trabajando en mi caso y esto ayudó mucho, haciendo que no tuviéramos ningún problema relacionado con la altura. El día de cumbre y los días previos, caminamos a buen ritmo y no aflojamos imponiéndonos trayectos largos cada jornada.
Si tengo que escribir algo de la dificultad, es difícil describir las sensaciones que me quedaron. Quizás en una escala general de dificultad de un cerro, la ascensión fue PD (escala UIAA), no me pareció difícil. Pero no pienso lo mismo del compromiso y aquí me gustaría agregar lo que representó para mí, este ítem. Según la escala de compromiso que usan los norteamericanos para indicar, en una progresión del I al VII, cosas como la lejanía hasta un lugar civilizado, el aislamiento, peligros objetivos, las posibilidades de rescate en caso de incidente y demás factores; la ascensión sí represento un elevado riesgo visto desde esta óptica. Por lo que quedaría en PD, VI.
Creo con seguridad, que los jóvenes entrenados de ahora lo pueden hacer en 4 días ida y vuelta. Es solo cuestión de planificar bien, ser estratégico, estar bien físicamente y así, esta se convierte en una elegante opción a los tremendamente transitados cerros del cordón del Plata por sus rutas normales. Hay mucho para hacer acá, desde vías fáciles a muy difíciles y a solo tres o cuatro días desde la ciudad de Mendoza. Sólo hay que atreverse y dejar la zona en las mismas condiciones en que la encontramos, o sea casi sin indicios de nuestro paso.
Resumen de actividad:
Cuarto ascenso al Nevado Excelsior (5.773 m), dif: PD, VI, arista Oeste
Pablo Gonzalez Riga y Mijel Lotfi, cumbre el 6 de noviembre de 2011
Día 1: Trayecto Punta de Vacas (2.400 m) hasta C I (2.900 m) al comienzo de Qª Fea.
Día 2: Tramo C I (2.900 m) hasta C II (4.000 m) antiguo base para los Enanos Blancos.
Día 3: Tramo C II (4.000 m) hasta C III (4.600 m) base del glaciar Sur Nev. Exelsior.
Día 4: C III (4.600 m) hasta cumbre (5.773 m) y vuelta a C II (4.000 m).
Día 5: Tramo C II (4.000 m) hasta C I (2.900 m).
Día 6: C I (2.900 m) hasta Punta de Vacas (2.400 m).
Total distancia acumulada ida y vuelta desde la ruta: 70 Km.